viernes, mayo 05, 2006

Al resto de la izquierda con todo respeto


Me he mostrado siempre cauto a la hora de responder a las acusaciones de un partido necesario para la gobernabilidad de los municipios, tal vez para la de la Generalitat, y con el que compartimos actualmente acuerdos más o menos estables.
En la mayoría de las ocasiones en las que he sentido la necesidad de manifestar mi opinión al respecto de sus declaraciones públicas, hechas con mayor o menor acierto, ha pesado más la responsabilidad, tal vez el respeto por el socio. Incluso un exceso de prudencia que pudiera haber rayado en algo que me resisto a reconocer.
El caso es que en esta ocasión y con todo respeto por quienes forman y formarán con nosotros gobiernos de progreso, en esta ocasión digo, deseo compartir algunas reflexiones con los lectores sin ánimo de herir susceptibilidades, pero con el mismo derecho, intensidad y razones con las que se nos acusa desde la posesión exclusiva de esencias y valores asociados a la izquierda.
Viene a colación de las opiniones vertidas con ocasión del 25 de Abril, en las que se acusa al PSPV-PSOE de todos los males por los que la sociedad valenciana es imperfecta.
Resulta improcedente mantener la teoría y aún peor, la práctica de que nadie más puede tener razón en los argumentos. También resulta cansina la cantinela que siempre reserva para el PSPV-PSOE ese papel de traidor a la sociedad, a los trabajadores, a la izquierda, al mundo mundial progresista.
Se nos espera siempre, dicen. Esto significa que debemos desplazarnos hasta donde se sitúan con el libro de la verdad absoluta ¿Acaso debemos abandonar nuestro compromiso con la sociedad valenciana? Estoy por pensar que se nos espera porque con esfuerzo, seriedad y compromiso llevamos varias vueltas de ventaja.
Cierto es que la sociedad se transforma hacia distintas direcciones y sentidos. La derecha al hacerlo, que no es habitual, dirige el cambio en sentido contrario al del avance. El resto, unos –el centro-con pasos lentos hacia delante. Otros con valentía, sin pausa, con reformas de solidaridad y libertades, hacia el futuro. Estos últimos atemperando a quienes desde posiciones similares quieren imprimir a la sociedad un ritmo que le resulta incómodo.
Los valores no pueden imponerse. Máxime -esto es muy importante- cuando estos, los valores, no se tienen por el simple hecho de verbalizarlos insistentemente. Impregnar la sociedad con valores de libertad, tolerancia o respeto por la diferencia, se propicia con la actitud de quienes lo pretenden, con valentía, compromiso y especialmente convicción profunda.
Y es que existen multitud de ejemplos, y créanme que los conozco bien, de aquellos que patrimonializan la democracia, la participación, la honestidad, criminalizando todo acuerdo que no pase por ellos. Para acabar por utilizar la autonomía respecto a sus direcciones políticas como coartada de incumplimientos.
Malo es el bipartidismo por excluir opiniones representativas que aún minoritarias también aportan frescura, razón y diversidad en la opinión. Pero ¿Que decir del extorsionador planteamiento irresponsable de la amenaza continuada, que acaba en el chantaje? La reforma del actual sistema electoral municipal, debe plantearse con la mejor predisposición que evite lo uno y lo otro.
Entiendo que cada vez mas cerca la cita electoral, las estrategias destapan filias y sobre todo fobias. Pero si de verdad deseamos el cambio en el gobierno de muchos municipios hacia posiciones mas progresistas, si es cierto que deseamos celebrar el 25 de abril con otro color en el gobierno de la Generalitat -auque celebrar una derrota resulte paradójico- si todo esto es cierto, hagámoslo posible y mostremos sentido común. ¿Alguien piensa que la estrategia de combatirnos entre la izquierda genera ilusión?
Salvo excepciones no nos trasvasamos enormidad de votantes, mas bien los perdemos por estériles batallas, motivando seguramente la abstención.
Es necesario explicar aquello con lo que estamos dispuestos a comprometernos sin reproches, sin imposiciones. Aún cuando signifique en algún caso aplazar, u olvidar debates que retrasan el objetivo deseado. No se entienda obviar la reivindicación de aquello que nos identifica como pueblo o las cosas que importan. Ni diluirse en la unidad patriotiquera.
La agenda no debe marcarse desde la derecha. Corremos el riesgo de quedar discutiendo “si galgos o podencos” y sin un Consell progresista en la Generalitat ya ¿Tendremos futuro como pueblo? ¿Y como individuos?
Si hay que elegir entre la esperanza de nuevos derechos sociales que atiendan la necesidad, esperanza de gobiernos preocupados por la gente, con la gente, comprometidos con sus sueños, por sus proyectos de vida, empeñados en generar satisfacción y felicidad. Elegir entre todo esto o instalarse en la comodidad de la culpa ajena, yo me quedo con lo primero. Hasta la cita del 2007 que cada cual haga lo que crea o deba, pero acabar con el maltrato y expolio de Camps y Cia. no admite demora.

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