sábado, diciembre 23, 2006

AIR MADRID,. SEGURIDAD VERSUS POPULISMO


Aun recuerdo aquel día que encontré a Chemi en la T2 (Terminal 2) de Barajas. Era todavía la parte más moderna del aeropuerto, y como resulta habitual el embarque se anunciaba un tanto retrasado. Viene a cuento porque mi amigo viaja constantemente a Centroamérica con motivo de su actividad empresarial, léase importaciones de pescados. El caso es que todo eufórico me informaba del nacimiento de una nueva compañía aérea especializada en vuelos a través del bravo Atlántico.
¡Que contento estaba! Los billetes se anunciaban más económicos.
Está claro que para los que habitualmente viajan, o para los que tienen sus familiares a uno u otro lado del Charco era una buena noticia. Salvo excepciones, nadie piensa en ese momento que nunca existieron duros a cuatro pesetas.

Cierto es que a menores costes en la producción o como en este caso en la prestación de un servicio, mayor posibilidad de rebajar el precio final. Pero no parece que sea esto muy habitual. Mas bien al contrario mayor beneficio para el que se cree dueño de la empresa. Parece que lo primero es establecer el margen de beneficio y luego rebajar los gastos en el resto, para poder ofrecer precios más competitivos. En nuestro caso, mejores precios que la antigua compañía de bandera o su competidora balear.
Se han puesto de moda compañías low cost (bajo precio) o mejor dicho, han irrumpido en el mercado europeo como si de la panacea se tratara. Y a pesar de lo que mucho se ha escrito dicho y actuado, muy pocos han sido conscientes del viejo refrán: “Lo barato a la larga resulta caro”, con las excepciones que lo confirman claro está.

Y hete aquí que coincidiendo con unas fechas, especialmente entrañables en el calendario cristiano, pero sobre todo coincidentes con la posibilidad de juntar unos cuantos días y euros libres para visitar a la familia, precisamente en estas fechas digo, en las que se juntan tantas cosas, vemos con estoica comprensión la indignación e impotencia de miles de personas defraudadas, estafadas por una compañía privada que simplemente y con graves consecuencias, no ha cumplido el contrato. Nada nuevo, pero al ser este un hecho poco novedoso pero si escandaloso, inmediatamente se buscan culpables mas allá de los que realmente tienen la culpa y ni siquiera son capaces de dar la cara.
Vale aquello de que “al que da la cara seguro que se la parten”. Y salvando las distancias, comprendidas todas las diferencias, y compartida la indignación de quienes como se suele decir se quedan en tierra, me pregunto, ¿Qué pasa cuando la tienda de muebles a la que le dimos una señal, cierra y nos quedamos sin muebles?¿Quien debe hacerse cargo de mi fatalidad?

Insisto, es una desgracia que el avión que debe llevarte hacia una merecida felicidad te deja plantado. Es absolutamente indignante que por la falta de rigor empresarial, y por el egoísmo de unas pocas personas, otras vean con impotencia todos sus ahorros convertidos en una aventura poco agradable y en algún caso dramática.

Y llegado este punto, como decía, se buscan culpables más allá de la lógica. Unos directamente afectados buscan en las instituciones su tabla de salvación, y ponen en tela de juicio la decisión de conceder permiso de vuelo a Air Madrid. O de retirarlo precisamente en estas fechas. Baste recordar que se renovó su licencia en mayo pasado tras comprobarse que cumplía todos los requisitos de seguridad y navegación aérea. Otro cantar serían los números de la empresa, y aunque se ha apuntado que en las revisiones también sería oportuno indagar este extremo, ello merece un análisis aparte. No veo yo a los inspectores de aviación civil, profesionales donde los haya, requiriendo y valorando los libros de cuentas.

También otros cuestionan que desde mayo se estableciera un mayor control sobre Air Madrid. Las autoridades lo justifican en la necesidad de controlar y exigir el cumplimiento de las obligaciones de la licencia concedida. A saber, los inspectores de aviación civil, informan de incumplimientos que de no subsanarse, podrían llegar a afectar a la seguridad de los vuelos, y digo bien,”de continuar podrían afectar. Air Madrid subsana las deficiencias y vuelve a tener licencia de vuelo. Y a mi juicio, con buen criterio, el Ministerio de Fomento intensifica las inspecciones. Dicho sea de paso, siguiendo los protocolos comunes a todos los países de la Unión Europea.

Debemos entender esta actitud de las autoridades, sin entrar a valora en esta fase, el mayor o menor acierto en las declaraciones de los responsables. Teniendo en cuenta que en los últimos cinco años, en quince países se han suspendido veintiséis licencias de vuelo, y sin que los respectivos gobiernos se hayan hecho cargo de ningún tipo de ayuda a los afectados, concluiremos al menos, que la predisposición del gobierno español debe ser reconocida y estimulada.

Quizás el meollo de la cuestión nos lo debamos contestar cada cual. Ni siquiera la devolución de lo pagado aliviaría la infelicidad producida. Ni los que logren “al fin volar” como cantara Nino Bravo, tendrán el encuentro que deseaban. Pero ¿Qué hacer? frente a la tesitura de la falta de seguridad demostrada, en estas fechas si, en estas y no antes. Insisto en la situación de elegir entre priorizar la seguridad y por tanto preservar la vida de las personas, o por el contrario mirar para otro lado cómodamente y permitir, como a la hora de levantarse “cinco minutitos mas”. ¿Que resolvemos?
Si te duermes cinco minutos, puede que tan solo llegues tarde. Si permites que se vuele sin cumplir con la seguridad puede que no te levantes nunca más.

Sabemos que el día 11 se le comunica a Air Madrid que puede perder su licencia si no remedia la situación, el 15 baja la persiana sin más explicación. Aviación Civil considera imprescindible retirar la licencia.

Todavía hay quien pretende engancharse al carro de la culpa al Gobierno. Algo le tocará, pero sin duda entre lo populista y la vida, esta vez se ha elegido lo mejor, los pasajeros están vivos. Eso si, indignados.

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